Ayer volví a delinquir. Fue en el Metro de Avenida de America, con un marroquí que se establece en la bajada a la Linea 7 (la naranja)
La vez anterior (la primera) le compré el DVD a un senegalés en Barrio de la Concepción, nunca lo había hecho antes y no me quedé muy satisfecho. Incluso para delinquir hay que hacerlo bien, y el DVD aquel había sido grabado en una sala de cine, la imagen borrosa y el sonido horrible. No entendí que limitaciones impedían a los distribuidores alternativos coger las películas de Internet como todos mis becarios.
Comercialmente no puedo quejarme del de ayer. El video era "de Internet" así que se veía bien (lo que se veía, porque estaba en formato TV), la ubicación del vendedor es muy conveniente en mi camino a casa y el medio de distribución es cómodo: no tengo que llevar recibos, ni un carnet, ni volver a deshoras con el DVD usado (sólo, y por quejarse de algo, el vendedor no deja de mirar por encima de tu hombro mientras realiza la venta). Me da la impresión de que voy a proseguir en esta carrera de crímenes, en esta espiral descendente de delincuencia y vicio pero sin vicio, en una huida contínua de las autoridades y las leyes.
Y a la SGAE, que la jodan.
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