martes, abril 21, 2009

"Agent Sourcebook". Alper Caglayan y Colin Harrison

Lo mejor de este libro fue su adquisición. Amazon lo tenía agotado así que me lo vendió a través del programa de venta de libros usados. Yo siempre he sido grimoso para estas cosas pero ¡por dos libras! ¿Cómo no lo iba a probar? A la semana me llegó un paquete acolchado desde Londres con mi dirección escrita a mano en una primorosa letra cursiva. Lo mejor, la dirección de origen: Nile Books, Notting Hill Gate, London UK. Me imagino a un humilde librero, con su jersecito raído, posiblemente llamado Nigel o algo así, escribiendo cuidadosamente mi dirección mientras el agua hierve en un hornillo al fondo de la abarrotada y polvorienta librería. Nigel no sabe que en pocos minutos una conocidísima actriz entrará de incógnito en la tienda a resguardarse de la lluvia. Y el libro encima llegó en un estado perfecto.

El libro describe la importancia que tienen o van a tener los agentes software. Hace una definición de agente software, eso sí, amplísima, en la que puede entrar hasta un SAP. Así que vale, sí, son sistemas muy importantes. El lector tiene que hacer internamente la atenuación a dos familias de software posible: programa pequeño y autónomo, basado en reglas, quizás en redes bayesianas, con una representación modelada del mundo exterior, que puede comunicarse con su entorno o con otros programas similares. O un programa que observa lo que hace un usuario e intenta ayudarle.

Más allá de este punto no añade mucho. O sea, algo simple, obvio, podríamos no haber aprendido nada. Y aun en su simplicidad el lector puede sacar una conclusión importantísima. Al acabar el libro me di cuenta de que estaba escrito... ¡en 1997! (por eso estaba agotado). Pero el software basado en agentes (basados en reglas, bayesianos, distribuidos, intercomunicados) sigue siendo una promesa. Esta conclusión me ha permitido pronosticar lo que iba a pasar (y ha pasado) a determinadas apuestas tecnológicas de mi entorno.

martes, abril 14, 2009

Stieg Larsson. Los hombres que no amaban a las mujeres.

Efectivamente, la novela es un auténtico "pageturner". La he leído en menos de una semana provocándome incluso algunos incidentes domésticos. Algunas ideas:
- El hilo principal, bien. El caso Wennerstrom es claramente un McGuffin, un pretexto para enredar al personaje en la trama principal. Es algo desequilibrante que sus consecuencias sean más importantes que las de la trama Vanger.
- Flota en la novela un aire continuo de frialdad, de atonía. Lo sentí también en "Cortafuegos" de Mankell. Salander (¿Homenaje a Wallander?) no es la única con una parálisis espiritual que en algunas escenas (p.ej. el encuentro de Erika con []) se hace cómica. Puede ser algo intrínseco a lo sueco o fruto de mis propios e intransferibles clichés (clichés are a real time saver).
- No soy un seguidor de la novela negra pero lo que he leído ultimamente (Sue Grafton, Mankell,
- Según la novela los suecos y las suecas se acuestan juntos sin despeinarse. No creo que sea por vicio o por placer. De acuerdo al libro es porque en Suecia hace un frío de cojones y pasadas las seis de la tarde hay muy poco que hacer.
- Igual que en "Cortafuegos" la informática es el remedio bálsamo de fierabrás del argumento. Con un pirata informático en medio se solucionan todos los problemas. Igual que en "Cortafuegos" me parece tramposo. En Ciencia Ficción los factores tecnológicos también tienen que ser planteados claramente para que el lector siente que se respetan las reglas del juego de la novela. Claro, exculpo, la novela tampoco pretende ser absolutamente de género (negro) y podría pretender ser absuelta de sus trampas.
- La traducción parece bien, por el momento la exculparé de la frialdad de la obra. Deberían haber revisado las frases y palabras en inglés, en español parecen absolutely pedantic.
- Gracioso: en USA le cambiaron el nombre a la novela (el nombre en español traduce el sueco)

Me daré un par de libros de descanso y luego devoraré el siguiente (la chica, la cerilla, la gasolina)

lunes, abril 13, 2009

Suspendiendo procesiones

Este año volví a participar en una de las más acendradas tradiciones españolas: suspender procesiones. Condujimos más de 600 kilómetros, dos niñas y tres vómitos, para encontrarnos al Hermano Mayor comunicándonos que la procesión se había suspendido.

Al menos los de la Dolorosa (que es la estrella indudable de nuestra Semana Santa) quisieron dar algo de espectáculo al abundante público. Abrieron la puerta grande de la catedral y, a cubierto, bailaron el paso, tocaron el tambor y las trompetas. El público lo vio desde la plaza, bajo los paraguas y aplaudió agradeciendo el gesto.

Como ya digo esto de las procesiones y la lluvia es tradicional. Hace varios años estábamos todos los pasos reunidos para salir en la misma plaza y amenazaba lluvia. Mi padre y yo nos fugamos un momento para mear en el servicio de la catedral. A sus puertas, en una nave lateral, nos encontramos reunidos al obispo, al deán y al presidente de la Hermandad de cofradías discutiendo si salíamos o no.

(El presidente de la hermandad tenía una historia curiosa. Había empezado como chico para todo de la radio local, hoy lógicamente parte de la SER. La emisora de radio era dueña de unos trajes de romanos que prestaba a la cabalgata de reyes y a la procesión de Viernes Santo. Para evitar destrozos mandaban a este chico acompañando a los trajes, vigilando que sus ocupantes los trataran con el debido cuidado, sin mancharlos o quemarlos con las colillas. El chico tenía talento organizativo y con el tiempo pasó a ser el coordinador, brillante hasta donde yo sé, de ambos eventos. Hace relativamente poco le quitaron el puesto de la Hermandad porque en opinión de las cofradías la procesión era demasiado rápida y no lucía el trabajo del año. La primera procesión sin él se extendió inconcebiblemente hasta bien pasada la media noche, llegamos a la Catedral a las tantas solos, sin público en la calle ni nada. Me retomo)

Los reunidos (recuerdo: el deán, el obispo y el presidente de la Hermandad) discutían si salían o no los pasos. Mi padre, que conocía a casi todos, se integró en el círculo e intervino con un apasionado discurso: "¿Cómo que los pasos se mojan? ¿Y la gente? La gente está en la calle esperando y es de verdad, los pasos son de cartón piedra. Pensemos en la gente que está ahí fuera..."

El comité ejecutivo quedó bastante impresionado y dio orden de salir. Bueno, luego nos enteramos que la orden era de que salieran los pasos de menos enjundia como el nuestro, la Magdalena o la Flagelación, pasos que pueden taparse con plásticos sin menoscabo de su dignidad. Las estrellas de la procesión (la Dolorosa, el descendimiento con su paño de Flandes, el Cristo yacente en su urna de cristal de roca) se quedaron en la catedral a esperarnos.