Recuerdo que cuando salió elegido Jaime de Marichalar alguien (no recuerdo si el Rey, la Casa Real o algún periodista televisivo) intentando alabar al candidato y, no encontrando ninguna cosa reseñable en su currículum sólo pudo decir: "Es muy alto." Y yo en mi pequeñez pensé que, si eso era una virtud, francamente prefería cualquiera de las otras.
Me pasó algo parecido ayer oyendo a Miguel Sebastián presentarse como candidato a concejal en Madrid. El hombre presumió, alegó, anunció o lo que sea que él era de Madrid, sus padres eran de Madrid y sus abuelos de Madrid y que (¿por tanto?) es una ciudad que conoce, sufre y quiere.
Tener padres y abuelos madrileños ¿es una virtud? Bueno, como mucho es una rareza exótica. Pero no es una virtud.
Por un momento me ha llegado a preocupar este ataque de catalanismo castizo o de abertzalismo mesetario. La tontería se expande muy rápido y uno siempre teme el momento en que se presente en nuestra ciudad como una mancha de chapapote intelectual. Ojalá todo haya sido un lapsus o una jugarreta del montaje y que, al menos en ese punto, los madrileños y nuestros políticos conservemos el sentido común.
2 comentarios:
pero no contra las legendarias Las Virtudes...
1. Cierto político ha dicho que la capacidad de integración de región A (idioma latino, religión católica y raza caucásica) se muestra en que un candidato de la región B (600 km de la región A, idioma latino, religión católica y raza caucásica) pueda ser candidato a presidente regional de la región B.
2. Francia también presumía de su excelente y meritocrático sistema de "ascensores sociales", hasta que unos moros se pusieron a quemar coches hace un año (i.e. hasta que tuvo a alguien diferente a quien integrar). Ahora, la CNN muestra videos con las ciudades devastadas en las que los franceses olvidan a sus inmigrantes.
3. Socialdemocracia mediterránea, divino tesoro...
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