El Gobierno ya nos ha devuelto la horita que nos cogió en Marzo. Me alegro, me hacía ilusión verla de vuelta.
Me queda la duda de donde habrá estado mientras tanto, qué habrá hecho el Gobierno con ella. ¿La habrá empleado junto a los otros 40 millones de horas en algún duro trabajo haciendo túneles, zanjas o autopistas por los secarrales de España? ¿Habrán servido para misiones ocultas y nocturnas, quizás algunas heroicas y abnegadas, otras viles y vergonzantes? ¿Habrán sido empleadas para fines privados, para poner ladrillos en alguna promoción urbanística o rellenando informes fraudulentos? ¿O las habrán utilizado para cosas hermosas como escribir poemas, cantar, amar y ser amados?
No lo sé. La hora que me devolvieron no me respondió cuando le pregunté aunque parecía algo cansada y baqueteada después de 6 meses rodando por ahí al servicio del Estado. Viéndola así no la quise dar más trabajo y la empleé en su tarea original, aquella que iba a realizar cuando el Gobierno se la llevó una noche de Marzo: en dormir, y en soñar quizás.
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