martes, octubre 31, 2006

Peña Rubia. El día que volaban las arañas.


Salimos el Domingo por la mañana de excursión de Guadalix a Peña Rubia, un peñasco calizo cercano.

Día de calor después de la lluvia. El aire está lleno de hilos de araña con arañas colgando de su extremo. El viento los lleva, cubren árboles y matorrales y se nos suben por la cara y el cuerpo.

El camino está inundado en algunos tramos. Mi mujer, más hábil, salta el muro y sigue por fuera. Yo intento vadear la riada ("bah, seguro que no me cubre la suela") y acabo metido en el agua hasta media pantorrilla, la niña mirando asombrada desde mi hombro.

Con mis pies empapados y las botas convertidas en piscinas continuamos hacia la zona de Peña Rubia, unos vallecillos y lomas cubiertos de encinas y es hierbecilla verde tan entrañable a los amantes de las dehesas.

Pasamos una puerta en la cual un cartel reza "Peligro, ganado bravo. Cerrar bien la puerta". Entendemos que el cartel es una "contradictio in termini" y continuamos no sin una cierta aprensión.


Bajo la peña (dura subida) encontramos varios grupos de escaladores en la habitual actitud deliberativa que ocupa la mejor parte de este deporte de acróbatas. De allí seguimos entre las encinas (la senda casi borrada, nos trabamos con ramas y espinas) hasta el propio Guadalix.

Acabamos tomando una jarra de cerveza con limón en la plaza del Ayuntamiento, donde aprendemos que allí se rodó "Bienvenido Mr. Marshall". Mirando el balcón consistorial me repito el memorable discurso de Pepe Isbert: "Vecinos, como alcalde vuestro que soy, os debo una explicación, y esta explicación que os debo, os la voy a pagar"

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