miércoles, enero 17, 2007
Manifas por Navidad
Hay burros, muy burros, superburros y luego el zopenco (o más bien, la zopenca) que autoriza una manifestación la tarde de un Sábado 23 de Diciembre, en Sol-Callao.
Permitaseme ejercer de periodista amateur.
El 23 de Diciembre, Sábado, fui con mi hija de dos años a pasar la tarde a la Plaza Mayor. Ya se sabe, ver el mercadillo, comprar alguna figurita (barro y tela encolada), merendarse una napolitana, fisgar el escaparate de la FNAC y aplaudir o no a los titiriteros.
En medio del tremendo mogollón de gente nos encontramos, descubrimos, dos minimanifestaciones. Una era para anunciarnos a todos que la vivienda está abusivamente cara, algo que hasta ahora sólo sabían unos pocos intelectuales. Unas doscientas personas que habían quedado en el kilómetro cero, perdidas entre la masa de transeuntes y antidisturbios.
La otra manifestación era contra la pobreza en el tercer mundo: unos cincuenta españoles deambulando por Callao, evitando a los papanoeles, las botellas andantes de Coronita, los pajes de los reyes, las estatuas vivientes, los vendedores ecuatorianos, traficantes marroquíes, músicos búlgaros y demás faúna del rompeolas de las españas. Menos mal que los precedía la policía municipal, que si no no los veo y los piso.
La primera manifestación (la de la vivienda) deambuló por Sol, Jerónimos y Gran Vía degenerando finalmente de la manera habitual: banderas republicanas, petardos de calibres balísticos, ataques al moviliario urbano e intento de corte de la Gran Vía. La marcha culminó con las lecheras lanzadas a toda velocidad sirenas al viento, varias cargas porra en ristre, lanzamiento de objetos, apaleamiento del revoltoso más gordito y revuelo de señoras que salen del Corte Inglés con las bolsas verdinegras llenas de regalos.
Y yo en medio del "momento seventies" con la cría en brazos aplaudiendo muerta de risa.
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