
Ha nevado y dan buen tiempo en Barrabés, así que intento y consigo organizarme una salida. Así estreno además unas botas que compré hace ya dos años y que había tenido muertas de risa en casa. No tengo casi tiempo para desbravarlas, sólo un paseo por Sol el Sábado por la tarde. Todos los adolescentes me miran y se ríen, me toman por loco con las botas de astronauta.
Cómo voy solo elijo subir a la Maliciosa desde la Barranca. La excursión es obvia y a las nueve de la mañana los aparcamientos están medio llenos. Todo madrileño que tiene botas, polainas, crampones, raquetas o ninguno de los anteriores está allí.

En el collado, ya con la cumbre casi a la vista, el frío se hace intensísimo. No ha salido el sol y sopla mucho viento.
Llego a la cumbre despacito. Apenas si puedo sacar un plátano gélido de la mochila. Hay más gente, cada uno acurrucado donde puede para comer algo y sacarse una foto. A mi lado una chica ofrece a sus dos compañeros termos de té caliente ("En este hay té verde, en éste té negro. Los preparo en el microondas"). Las mujeres son seres maravillosos.
Como pasa siempre al volver a la Barranca me cruzo con las familias que sacan a pasear a los niños y a los perros. A los que bajamos nos miran con cara rara. Igual es por la metalurgia que llevamos colgando, o por los pelos, o por la cara requemada, o porque en los ojos se nos ha quedado una gotita de cielo.

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