Ayer visité con la cría mediana la ermita de San Antonio de la Florida. La Ermita no le llamó mucho la atención (salvando las posibilidades acrobáticas de la tumba de Goya). Sí le apasionó el concurso de pesca que organizaba en el Manzanares el club Butarque.
Los frescos... ¿Son ingenuos o socarrones? Son esos ángeles-majas.
Al salir la niña se queda pasmada mirando los teleféricos volatineros. Como tenemos algo de tiempo lo vamos a coger, seguro que le gusta ese vuelecillo castizo y sesentero, como de Toni Leblanc y Concha Velasco. Además de camino pasaremos sobre la vía y veremos pasar los trenes. Dejaremos a un lado la escuela nacional de cerámica y la Rosaleda.
En la vía no me entretengo. Está sucia hasta la marginalidad. Tampoco me paro mucho en la subida porque la estética de los demás transeúntes es realmente no convencional. A la vuelta hay una furgoneta en la calle y me acerco por si dan algo (gorras, limonadas... no sé, es Domingo por la mañana) pero lo que dan son jeringuillas y metadona (es el Servicio Móvil de Reducción de Daños). Luego compruebo en Internet que es que ahí está el albergue de San Isidro.
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