En el hall-bar del hótel hay siempre (o casi siempre, al menos toda la tarde y noche) dos putas. Toman café, charlan, hablan por el móvil, leen o miran por la ventana mientras esperan algún trabajo. Como una va teñida de rubio y otra de negro azabache siendo en lo demás indistinguibles las llamamos Zipi y Zape y uno de nuestros temas favoritos de conversación es su metafísica putil.
Como las putas nos ven llegar todas las tardes con los portatiles (nuestra vida y nuestra esclavitud) enmochilados a la espalda y nuestro aire de postadolescencia ingenieril han dado en motejarnos "as Tartarugas Ninja", siendo la traducción innecesaria.
(Un fenómeno extraño la reciprocidad del juicio, "el ojo que ves no es...". Nosotros motejamos a las putas y las putas nos motejan a nosotros y ambos nos miramos con una mezcla parecida de desdén y curiosidad, dejando aparte los posibles intereses comerciales que no hacen al caso en este post. Será algo parecido a que pasa cuando el juez juzga al reo mientras el reo también juzga al juez, e incluso le condena si le apetece. La única diferencia es quien paga la nómina de los policías de la sala)
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