martes, junio 02, 2009

Feria del Libro

Ayer fui a la Feria del Libro con mi padre. Resultados:

Nadarin
Enciclopedia de los bebés: los animales y sus crías
El misterio de la casa Aranda
Descubre tus cañadas: el valle medio del Lozoya.
Un encuentro (Kundera)

El género del año sigue siendo la literatura militar. Aceptable de gente, los libreros no se quejaban. Interesante conversación con la guardiana de la caseta de la Casa de Velazquez: "He visto varias de estas obras mientras las hacían, o depositadas en el jardín, corro frente a los talleres todas las semanas". Me invitó a la exposición anual que se hará próximamente.

Para terminar, cañas en la calle de Alcalá, de tapas dos empanadillitas.

He sufrido mucho, he meditado demasiado, me he entrampado en esa tendencia judeo-cristiana a la felicidad postergada. Me fui anotando libros y planificándome para, a media hora del final, hacer mis compras. Por supuesto acabé corriendo agobiado feria abajo. He decidido variar mi estrategia para el año que viene, espero que la señora I. se sienta escuchada.


Voy a comprar impulsivamente, compulsivamente, me voy a dejar arrastrar por una vorágine de autoindulgencia VISA.


Pero incluso para comprar compulsivamente necesito una planificación y unas reglas. Esto es lo que haré: con tiempo regularé mis compras en Amazon o en librerías para llegar a la Feria a cero y con un presupuesto. Perdón, un Presupuesto. Me gastaré este presupuesto caseta a caseta, compulsivamente como digo, absolviéndome de vergüenzas morales porque estaré proveyéndome de libros para el verano. Eso sí, me autoimpondré una condición: sólo compraré en librerías especializadas y editoriales. De esta manera me obligaré a la compulsión y me prohibiré la planificación.

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