Se lamenta un avatar de Anonymous de la seriedad de un Domingo de Ramos. Coincido.
Las procesiones de Lunes a Viernes de Pasión tienen que ser trágicas, agónicas, sangrantes y llorosas (¿qué es una procesión? Una catequesis en forma de historia, una historia contada en figuras que tienen que ser tremendas para impactar). Eso, en general, se nos da bien, aunque la policía debería multar a los que comen pipas al paso de la procesión. En nuestro antiguo recorrido hasta las putas interrumpían su faena para asomarse y vernos pasar.
Las procesiones del Domingo de Ramos tendrían que ser una apoteosis de chiquillos con ropa de Domingo, agitando ramas en las manos, pegándose con ellas o tirándolas al cielo. Cuando yo era pequeño los niños llevábamos a la Iglesia ramas de olivo de las que colgaban chucherías.
La procesión más bonita del mundo la inventó hace unos años una cofradía de Logroño. Sacaban un Cristo resucitado la madrugada del Domingo de Resurrección y lo llevaban, cruzando el Ebro, al cementerio. El sol salía mientras el Cristo cruzaba el río, con las montañas al frente y el viento agitando los hábitos blancos. Luego entraba al camposanto, los brazos levantados, entre las lápidas, el musgo y los cipreses. Allí entre los muertos se celebraba la Misa de Pascua.
(Ahora, la comodidad, salen a media mañana del propio cementerio)
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