Como decía La Carretera cuenta la historia de un viaje a través de una américa postnuclear.
Antes de leer La Carretera terminé Microserfs de Douglas Coupland. De Coupland sólo había leido un libro antes, hace ya mucho: Generación X. En Generación X el protagonista habla de su "punto cero atómico", el sitio en el que se imagina en el momento de un ataque nuclear.
Yo, hasta 1989, era un chaval bastante, hm, nuclear. Cuando los americanos invadieron Grenada me asomé a la ventana para, al menos, ver caer las cabezas de los MIRV.
Y, sí, tenía un par de "puntos cero" (No he conocido un zeitgeist hunter como Coupland). Uno era el supermercado del barrio, en el que me figuraba con mi madre llenando el carrito de latas como hicimos en 1981 cuando el golpe de estado de Tejero. El otro era la parroquia cercana, una un poco catacúmbica enterrada en los bajos de un bloque moderno y setentero. Me la imaginaba llena de vecinos rezando esperando el pepinazo definitivo.
Los protagonistas de La Carretera también tienen un punto cero atómico, que es su casa, desde la que ven los lejanos fogozanos sobre las ciudades.
No hay comentarios:
Publicar un comentario