El hilo de mi discurso debería arrancar, quizás, en la teoría de los 2.500 libros. No me iré tan lejos, sólo hasta una de esas listas de "Los mejores libros de ...", una que generó en su momento el NYTimes. Voy intentando leer los primeros libros de esa lista (supongo que tan arbitraria como cualquier otra, pero una referencia al fin y al cabo) y así acabo de terminar el primer libro de la saga de "Conejo", de John Updike.
He encontrado el libro curiosamente envejecido. Algunas cosas que deberían ser chocantes en 1960 ya no lo son ahora. Así, el hecho funfamental de la novela, la fuga de conejo abandonando a mujer e hijos es hoy pasmosamente intrascendente. Otras cosas que en su momento serían de realismo social (gente que fuma delante de niños, una mujer embarazada o lactante que bebe alcohol) son en 2.007 tan impactantes como una escena de mutilación en Ruanda.
Conejo es un gilipoyas vanidoso, afortunadamente no logra despertar en el lector (al menos en mí) la misma simpatía que entre sus congéneres. Pero su instinto de huir es reconocible y, supongo, universal, como el de taparnos la cara con las manos cuando vemos jugar a la Selección.
Me gustaría elucubrar también si la novela es antiexistencialista. Incluso en un lugar tan absurdo como Brewer la vida de Conejo tiene un sentido: cuidar de la tonta de su mujer y de sus hijos. Cuando Conejo siente los fundamentos de la vida humana (por ejemplo el nacimiento de un hijo o las relaciones con su madre) se le disipan las dudas y la inconsistencia. No sé si en cierto modo y por convergencia evolutiva Updike es un vitalista.
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