sábado, enero 30, 2010

Jean Andreau. Banking and Business in the Roman World.

El título del libro es algo engañoso porque trata unicamente sobre las finanzas en Roma, préstamos. Aun así es terriblemente interesante. En todo, hay que ir siempre a los romanos (ni a los griegos, sólo a los romanos)

Las finanzas romanas parecen estar estratificadas. Los ricos prestaban a los ricos y los burgueses a los burgueses. La banca como tal era una industria de pobres en general. Los ricos se organizaban entre ellos. Si el hijo de un patricio viajaba a Atenas en su "Grand Tour" y necesitaba dinero su padre escribía a algún otro rico ateniense o al "negociador" local de otro patricio romano, que daba dinero al muchacho. El padre luego ajustaba las cuentas con alguna compraventa.

Estas finanzas son, como todo lo romano, muy organizadas y establecidas. Los tipos de interés oscilaban entre el 6% y el 12% según la estabilidad de la época y los plazos de devolución solían ser de tres años. El tipo de referencia que parece ser el patrón base es la productividad de la tierra, que era del 5%.

El autor cae en algunos momentos en pequeños debates muy personales ("Fulanito dice que yo digo..."). Parece haber una apasionada (?) controversia entre los dons sobre el arcaismo o modernidad de la economía romana. La posición del autor parece ambivalente. Los romanos tenían instituciones complejas, sobre todo en la metrópoli, bien defendidas por las leyes, y comprendían bien las relaciones entre tipos de interés, precios y disponibilidad de monedas. Pero no usaban cheques ni pagarés como moneda. Y no entendían la diferencia entre un préstamo al consumo y una inversión. Para los romanos lo importante era la riqueza en bruto y no su producción.

La economía romana parece ser extraordinariamente estable. Desde el siglo III a.c. al IV d.c. funciona de manera constante. Incluso en la Segunda Guerra Púnica el Estado mantiene la economía de la misma manera sin incurrir nunca en déficits. Su evolución es cuantitativa sólo y, curiosamente, a peor.

Las finanzas (el número de banqueros) parece ir creciendo en Roma hasta el S.I a.C. y a partir de ahí va decayendo hasta casi desaparecer. ¿Por que? Parece, intuye el autor, que la crisis del S.III fue en realidad la culminación de una redistribución de riqueza en Roma de la capital a las provincias, consecuencia de la explotación colonial. Italia recibía todos los años dinero de las provincias. Las provincias tenían que ingeniárselas para recuperar dinero desde Italia para pagar los impuestos del año siguiente. Para eso tenían que montar cultivos e industrias que en Italia no necesitaban. La consecuencia final fue que Italia perdió su actividad económica (y sus banqueros) que se distribuyó por Hispania, Galia, Egipto o Africa.

Acaba el libro preguntándose (y respondiéndose) porque la economía romana no llegó a desarrollarse más mientras que en el S.XVI una Europa desunida, caótica y en guerra logró montar un potente sistema financiero. Para el autor la diferenca es la estabilidad de Roma que se mantuvo a través incluso de las guerras civiles. La crisis continua del S.XVI permitió en cambio que el dinero fluyera entre capas, que los reyes tuvieran que pedir el dinero que los banqueros habían obtenido de las capas medias.

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