miércoles, julio 29, 2009
Milan Kundera. Un encuentro.
Aun con su simplicidad (y una cierta autocomplacencia) este libro es completamente paralelo a "El legado de Europa", de Zweig. Aunque no se habla de ella explícitamente, Europa y lo europeo forman el nexo de los artículos.
Eso sí, es una Europa que va de Francia a Rusia, pasando por Chequia, Alemania o Polonia. No entra aquí el mundo anglosajón. Es curioso como sigue en pie este divorcio, que ya se veía en la obra de Zweig y que viene quizá del Renacimiento.
Y es más curiosa todavía la evolución de España. Seguramente hasta los años 70 nuestros intelectuales (los que hubiera) se identificarían con esa misma esfera gala en la que se mueve Kundera. Pero hoy en día no. Nuestras referencias (no me atrevo a decir nuestros intelectuales, porque cuento y no me queda ninguno) están ahora mucho más en lo anglosajón, en Inglaterra y Estados Unidos.
(Por reseñar una pequeña frase, una muestra. Está sacada del capitulito sobre "Cien años de soledad" y los hijos de los personajes de las novelas: "En gran parte es gracias a la novela por lo que se instala el hombre, como individuo, en el escenario europeo")
martes, julio 28, 2009
La peluquera y la muerte
Joseph Heller podría decir en Catch-22 que la calvicie nos es triste porque es una prueba de la inexistencia de Dios. No lo dice y no lo creo. Tampoco creo (aunque sería más plausible) que la calvicie sea triste porque suponga un "memento mori", o sea, un anuncio de la muerte. Yo creo que no me gusta perder pelo porque es un cambio irrevocable, una pérdida que nos hace sentir nostalgia de lo que dejamos atrás. Es la misma sensación de pérdida que en El Señor de los Anillos vence a los elfos y les hace huir para siempre a las tierras eternas (estáticas e inmutables) de Valinor.
Para Tolkien esta es la imagen y la justificación de la muerte. Los hombres morimos para no ver nuestro mundo y nuestras obras desaparecer para siempre.
Los niños no sienten nostalgia. A ellos les alegra perder para siempre sus dientes de leche. Quieren dejar de ser niños y hacerse mayores para siempre jamás, para no volver a ser nunca niños. Disputan entre ellos a ver quién es mayor, a cual le falta menor tiempo para morir. Y curiosamente cuando dejan de ser niños y empiezan a ser mayores descubren la nostalgia y les gusta leer El Señor de los Anillos y empiezan a mirar con horror la cuenta de los años.
Luego se sentó a mi lado un muchacho bastante calvo. Mi peluquera, algo desvergonzada, se giró hacia su compañera riéndose y le dijo "¡Que chollo!"
lunes, julio 27, 2009
Excursiones estrés: Hoya de Pepe Hernando y Cinco Lagunas
Subo un poco a ojo, a veces con el río o empalmando tramos de mojones sueltos, otras veces a ciegas por el pinar. A veces pienso que ya he dado con el camino bueno, otras pienso que estoy haciendo una insensatez.
Encuentro un camino muy viejo y, harto de arañarme, lo sigo faldeando. De repente el camino se abre a una gran hoya casi completamente cerrada, abierta solamente por un hueco de una decena de metros por el que entro. En el centro de la hoya hay un prado de un color verde esmeralda, posiblemente una laguna colmatada que ahora atraviesa un riachuelo ondulante. El lugar es imposiblemente idílico, una especie de Shangrilá vacuno. Según el mapa debe de ser la Hoya de Pepe Hernando.
Salgo de ella siguiendo uno de los riachuelos que la alimentan, a ratos trepando, a ratos arañándome con el enebro rastrero. Encima de ella encuentro el sendero que conecta la Laguna de los Pájaros con la Laguna Grande de Peñalara, justo a la altura de las ultraprotegidas Cinco Lagunas. Me siento un rato a descansar contemplando las imponentes paredes de granito y un grupo de excursionistas que camina a contraluz sobre el risco de los claveles.
A la bajada intento "reconstruir" un itinerario de subida:
Aparcar y salir desde la profunda curva a la derecha con que la carretera salva el Arroyo de la Laguna Grande de Peñalara. Tomar el sendero que va por la izquierda del río (derecha del caminante) hasta cruzar el GR-10. Tomar el GR hacia el Este (derecha) hasta llegar a una pista-camino cerca de la collada de Garci Sancho. Tomar la pista hacia el Norte (izquierda). Seguirla casi hasta su final. Justo en su punto más alto antes de morir buscar a la derecha el arranque de una fila de mojones. Esta fila, al principio muy oculta, sube todo recto por la loma entre los pinos separándose poco a poco del arroyo. En la parte más alta es más cómodo por seguir una vía de saca.
Al llegar arriba de esta subida encontramos un camino de aspecto viejísimo. A la derecha parece bajar hacia el vallecillo del Palero. Lo seguimos hacia la izquierda por la cumbre de la loma. Al poco (¿100 metros?) encontramos un claro del bosque. Lo cruzamos hacia su otro extremo (NO) por donde sigue el camino. Sube con mucha suavidad hacia el NO y se incorpora a otro camino, también viejo. Pocos metros después llegamos a la entrada de la Hoya de Pepe Hernando.
Para subir a las Cinco Lagunas no encontré mejor opción que rodear la hoya por la derecha y luego subir junto al arroyo más oriental de los dos que entran en la Hoya, con más o menos fortuna e intuición para no picharnos con los enebros. En el paso final conviene dejar el arroyo en nuestra mano derecha.
Una vez pasado este reborde llegamos al camino que bordea el pie de Peñalara. Siguiéndolo hacia la derecha subimos un repecho y llegamos, sin más dificultades, a las mínimas Cinco Lagunas.
viernes, julio 17, 2009
Peligro en la cerveza
Ascensiones exprés: Peñalara
Subo por el sendero oculto, el de los puntos amarillos, hasta Peña Cítores. La fuente, aunque bastante rota, tiene un chorrillo de agua y una plaga de floripondios mutantes amarillos. Desde allí continúo por las parameras teológicas. Hay cuervos, colirrojos (¿pueden estar en expansión?) y florecillas azules.
En la cumbre me entretengo acercándome al vacío y repasando el puzle de piedra de los farallones. Miro a las montañas buscando excursiones. Encuentro tantas que me canso sólo de pensarlas. Anoto algunas: subir a la Laguna Grande por su arroyo, acercarme al circo perdido de la cara norte de Peñalara, subir a Dos Hermanas desde el refugio Zabala o por el sendero que sale a la derecha del de Peña Cítores. Al Oeste Gredos es un paisaje de dibujo oriental, olas sucesivas negro azuladas.
Me encuentro con media docena de personas. A las ocho llego al coche tremendamente satisfecho.