martes, julio 28, 2009

La peluquera y la muerte

La semana pasada fui a la peluquería. A petición mía la peluquera fue bastante drástica. Entre los pelillos mojados ya se me veía asomar la calva, una calva de estas tibias y centrales. Por supuesto me ha dado pena verla.

Joseph Heller podría decir en Catch-22 que la calvicie nos es triste porque es una prueba de la inexistencia de Dios. No lo dice y no lo creo. Tampoco creo (aunque sería más plausible) que la calvicie sea triste porque suponga un "memento mori", o sea, un anuncio de la muerte. Yo creo que no me gusta perder pelo porque es un cambio irrevocable, una pérdida que nos hace sentir nostalgia de lo que dejamos atrás. Es la misma sensación de pérdida que en El Señor de los Anillos vence a los elfos y les hace huir para siempre a las tierras eternas (estáticas e inmutables) de Valinor.

Para Tolkien esta es la imagen y la justificación de la muerte. Los hombres morimos para no ver nuestro mundo y nuestras obras desaparecer para siempre.

Los niños no sienten nostalgia. A ellos les alegra perder para siempre sus dientes de leche. Quieren dejar de ser niños y hacerse mayores para siempre jamás, para no volver a ser nunca niños. Disputan entre ellos a ver quién es mayor, a cual le falta menor tiempo para morir. Y curiosamente cuando dejan de ser niños y empiezan a ser mayores descubren la nostalgia y les gusta leer El Señor de los Anillos y empiezan a mirar con horror la cuenta de los años.

Luego se sentó a mi lado un muchacho bastante calvo. Mi peluquera, algo desvergonzada, se giró hacia su compañera riéndose y le dijo "¡Que chollo!"

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