- Es absurdo, dijo Werther, pero me siento como si la estuviera apuñalando.
- No lo es, respondió Mefisto echando más azucar en su café. En cierto modo lo estás haciendo, quizás en el único modo que le importa a una mujer.
- Pero todo eso, el honor, el insulto y la ofensa no son más que flatus vocis, voces vacías.
- Otra vez te equivocas, joven Werther. Esas cosas son reales porque el dolor que causan es real, de las pocas cosas reales.
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