jueves, mayo 28, 2009

Adam Shepard. Scratch beginnings.


En 2001 Barbara Ehrenreich publicó en Estados Unidos el libro "Nickel and Dimed". Este ensayo (y experiencia personal) defiende que la movilidad social ha acabado en aquel país, que los trabajos y el modo de vida de los más pobres les impiden salir de su pobreza.

Ehrenreich levantó muchísimas reacciones porque la posibilidad de progreso social forma parte de la razón de ser americana. Por ejemplo, Charles Platt, escritor senior de Wired, obtuvo un contrato como dependiente de un Wal-Mart para comprobar en persona las condiciones de trabajo (sus comentarios son, en general, muy positivos)

Adam Shepard, un estudiante de 23 años, se planteó el siguiente reto: ir a una ciudad al azar del sureste de Estados Unidos (salió Charleston) con 25 dólares y una bolsa de deporte como único equipaje. Debería buscarse la vida sin recurrir a sus contactos ni a su formación universitaria de manera que en el plazo de un año tuviera un trabajo, un coche, viviera en un piso y tuviera ahorrados 2500 dólares en el banco.

En este libro Adam cuenta cómo consiguió (además, de una manera bastante poco emocionante) la meta que se había impuesto. Lo resumiré.

Nada más llegar a Charleston Adam se alojó en el refugio de indigentes en el que vivió, no sólo hasta tener un trabajo, sino hasta tener bastante dinero ahorrado para tener algo de seguridad. En total unos dos meses. Sus compañeros de refugio, además de darle material para el libro le ayudaron a encarrilarse.

La primera semana Adam trabajó a través de unas empresas que para nuestros estándares rozan la esclavitud: aparecen por la mañana frente al albergue con una furgoneta y se llevan voluntarios para trabajar por entre 3 y 5 dólares la hora en tareas sencillas y físicamente agotadoras.

Con ese poco dinero Adam dedicó la siguiente semana a buscar trabajo. Y al siguiente Lunes, el tercero de su desafío, ya tenía un trabajo estable en una empresa de mudanzas (8-10 dólares la hora, 4-8 horas al día). A partir de ahí, con algo de austeridad, compartiendo piso y comprando ropa de segunda mano Adam avanzó sin grandes contratiempos hasta su objetivo.

Aunque Adam es un republicano entusiasta del sistema americano el lector europeo descubre implícitos algunos problemas. Los transportes públicos, por ejemplo, son lamentables, como la estructura de las ciudades, y hacen que comprar un coche sea una prioridad fundamental. Lo peor es la enfermedad, no tanto por la propia atención sino porque nadie paga las bajas y ni siquiera está garantizado que puedas seguir en el trabajo. Así que una simple cagalera puede descomponer la carrera de Adam hacia la riqueza.

Por otra parte el experimento de Adam, aunque indudablemente valiente, no deja de tener sus trampas. Adam tiene una salud y un cuerpo de niño rico, que le permite aguantar las semanas en el albergue y destacar en trabajos físicos. Además tiene una red de seguridad (su carrera) y confianza en sí mismo.


Adam es un crío, un crío republicano. Su narración tiene raptos absolutamente naives, apasionantemente inocentes. Mi favorito es la oda a la épica de las mudanzas. En general su visión de la vida está teñida de una simplicidad que puede ser irritante o encantadora, dependiendo de la generosidad del lector.

En resumen: muy interesante (asumiendo que el autor es un crío) para el que esté interesado en cómo funciona, y si funciona, la movilidad social. Un americanófobo se pondrá enfermo en la segunda página.

miércoles, mayo 27, 2009

Max Brooks. "World War Z: An Oral History of the Zombie War"


Por fin, un libro que era absolutamente necesario.

Ya lo sabíamos todo sobre el grupo de supervivientes encerrados en un refugio claustrofóbico rodeados de zombies sanguinarios. Ya conocíamos al dedillo la rutina diaria del Ultimo Hombre sobre la Tierra, que vigila nerviosamente la marcha del Sol hacia el ocaso. Ya nos sabíamos de memoria como la plaga había surgido en un laboratorio militar secreto varios kilómetros por debajo de las cumbres de las Rocosas. Pero nos faltaba la visión de conjunto, y esto es lo que nos viene a ofrecer este libro, la Historia Oral de las Guerras Z.

El libro cuenta la epidemia zombi desde su principio en una aldea china de desplazados por la Presa de las Tres Gargantas, hasta su final (presumible) cuando los últimos zombis son cazados por fuerzas especiales, pasando por su apogeo intermedio en que la Humanidad se refugia en unas mínimas zonas refugio, sacrificando a la horda carnívora al 99% de la población.

El estilo elegido es el adecuado: una Historia Oral. Porque los datos fríos, los esquemas tácticos, las fechas y los números no pueden dar una idea del terror en estado puro, del miedo y la angustia de los (pocos) supervivientes.

El autor elige entrevistar a personajes implicados en el corazón de la historia, muchos políticos y militares, técnicos, tácticos.... Está bien y se agradece, esto permite montar la Visión de Conjunto. Y para un americano (ciudadano de la mayor potencia militar de la Historia) es una narración natural. De esta historia surgen con naturalidad los detalles tácticos, estratégicos y biológicos que siempre hemos echado en falta.

Pero no debería olvidarse (y creo que es lo único reprochable de esta obra magna) de los demás protagonistas por mucho que ya hayan sido retratados en otras obras: de las chicas rubias que aprenden en minutos a usar una ametralladora pesada, sus ceñidas camisetas desgarradas por las garras sanguinolentas, o de los Ultimos Hombres sobre la Tierra, que hacen jogging al atardecer apresurándose en llegar a su refugio acorazado. Y sobre todo, alguna mención debería haberse hecho a la fracción más significativa de la humanidad, a los miles de millones de ciudadanos corrientes, amas de casa en bata de guatiné y ejecutivos de traje rancio y corbata descolocada que pueblan, mayoritariamente, las desgarradas filas del ejército zombi.

martes, mayo 26, 2009

Las ministras, como lágrimas en la lluvia



El comentario de la ministra sobre la humanidad científica de los fetos abre accidentalmente espacio para la reflexión.

Por un lado, ya lo dije, sobre los propios límites de la ciencia, que se tiene que detener en una cuestión que es antes que nada semiótica y posteriormente filosófica.

Por otro lado la ministrita está preguntando, aunque no lo sepa, qué es un ser humano. Interesantísima pregunta.

El escritor al que he visto preguntarse más por ello es Philip K.Dick, autor de Ciencia Ficción conocido por ejemplo por "Do androids dream of electric sheep?", cuento en el que se basa "Blade Runner", o por "Supertoys last all summer long" que inspiró "AI".

¿Quién es más humano? ¿El terrícola envenenado y mezquino o el replicante que ha visto brillar los rayos De en la puerta de Tannhauser? Creo que la película deja clara la opinión de Dick.

Otro cuento de Dick (no recuerdo el título) ilustraba aun más claramente su opinión. Un embajador humano vuelve a la Tierra después de varios meses en un planeta alienígena. Todo parece normal pero su mujer encuentra cambios extraños en su comportamiento y termina deduciendo que su marido ha sido suplantado por un extraterrestre que ha ocupado. Pero no le importa porque su nuevo compañero es mucho más tierno, amable y educado que su (presumiblemente difunto) marido.

lunes, mayo 25, 2009

Ponyo en el acantilado



Esta es una película de dos niveles.

Por un lado para el aficionado al manga la película es una fiesta visual total. Propone una estética específica, entre infantil y oriental, que se superpone a la imagen del manga más perfeccionista. Estoy hablando de las imágenes de los barcos y los peces gigantes. Es el tipo de propuesta visual (de colores y formas) que igual nos encontramos dentro de un año en los anuncios de compresas.

Por otro lado para los niños pequeños la película es muy agradable. No hay violencia patente y sí muchas referencias a la vida que conocen (los fideos, el jamón, la guardería). Para ellos un pez que habla es tan normal como un fideo que se ablanda. (Creo, digo yo, que para los críos el mundo es un contínuo mágico. E igual para los mayores, lo que pasa es que estos son vanidosos y lo disimulan)

Para los que están entre unos y otros (entre los niños y los frikis, si es que hay un espacio intermedio) la película no tendrá ni pies ni cabeza: hay unos peces con cabeza de niño que son hijos de un sucesor del barón Assler y de una diosa marina, hay magia, hay experimentos genéticos, hay un tsunami tipo "Akira" con peces gigantes en vez de olas sobre los que corre una niña pequeña partiéndose de risa y hay un montón de peces prehistóricos nadando entre los bosques de Japón.

Por cierto:

Contra el Parlamento Europeo

¿Para que sirve el parlamento europeo?

Las "leyes" de la Unión Europea las genera la "Comisión Europea" en la que hay un comisario nombrado por el gobierno de cada país. Cada ley que genera tiene que ser enmendada y aprobada por el Parlamento y por el "Consejo de Europa", que es la asamblea de todos los ministros del ramo.

Pero en muchos temas esto no es así: "En materia de la política agrícola o la política de competición el voto del Parlamento no es vinculante; y también la política exterior de la Unión Europea y la cooperación policiaca y judicial en materia penal son sobre todo intergubernamentales. En la política comercial común, finalmente, el Parlamento ni siquiera tiene que ser consultado." (wikipedia).

Cuando el tratado de Lisboa sea aprobado en todos los países (si lo es) este censo de temas prohibidos para el parlamento se reducirá a siete.

Mi conclusión personal es que, detrás de esa maraña de consensos intergubernamentales, el parlamento es y será irrelevante. Las próximas elecciones son realmente una macroencuesta sobre la política nacional terriblemente cara.

martes, mayo 19, 2009

La ministra y la ciencia

Dice la ministra que no hay "bases científicas" para afirmar que los fetos son seres humanos. Así mirado, tampoco hay bases científicas para afirmar que la ministra es humana.

La ministra, sin querer, además de demostrar que es tonta ha reivindicado la asignatura de filosofía.