miércoles, mayo 27, 2009

Max Brooks. "World War Z: An Oral History of the Zombie War"


Por fin, un libro que era absolutamente necesario.

Ya lo sabíamos todo sobre el grupo de supervivientes encerrados en un refugio claustrofóbico rodeados de zombies sanguinarios. Ya conocíamos al dedillo la rutina diaria del Ultimo Hombre sobre la Tierra, que vigila nerviosamente la marcha del Sol hacia el ocaso. Ya nos sabíamos de memoria como la plaga había surgido en un laboratorio militar secreto varios kilómetros por debajo de las cumbres de las Rocosas. Pero nos faltaba la visión de conjunto, y esto es lo que nos viene a ofrecer este libro, la Historia Oral de las Guerras Z.

El libro cuenta la epidemia zombi desde su principio en una aldea china de desplazados por la Presa de las Tres Gargantas, hasta su final (presumible) cuando los últimos zombis son cazados por fuerzas especiales, pasando por su apogeo intermedio en que la Humanidad se refugia en unas mínimas zonas refugio, sacrificando a la horda carnívora al 99% de la población.

El estilo elegido es el adecuado: una Historia Oral. Porque los datos fríos, los esquemas tácticos, las fechas y los números no pueden dar una idea del terror en estado puro, del miedo y la angustia de los (pocos) supervivientes.

El autor elige entrevistar a personajes implicados en el corazón de la historia, muchos políticos y militares, técnicos, tácticos.... Está bien y se agradece, esto permite montar la Visión de Conjunto. Y para un americano (ciudadano de la mayor potencia militar de la Historia) es una narración natural. De esta historia surgen con naturalidad los detalles tácticos, estratégicos y biológicos que siempre hemos echado en falta.

Pero no debería olvidarse (y creo que es lo único reprochable de esta obra magna) de los demás protagonistas por mucho que ya hayan sido retratados en otras obras: de las chicas rubias que aprenden en minutos a usar una ametralladora pesada, sus ceñidas camisetas desgarradas por las garras sanguinolentas, o de los Ultimos Hombres sobre la Tierra, que hacen jogging al atardecer apresurándose en llegar a su refugio acorazado. Y sobre todo, alguna mención debería haberse hecho a la fracción más significativa de la humanidad, a los miles de millones de ciudadanos corrientes, amas de casa en bata de guatiné y ejecutivos de traje rancio y corbata descolocada que pueblan, mayoritariamente, las desgarradas filas del ejército zombi.

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