El hombre actúa. Intentar explicar esa actuación (incluso explicar nuestra propia actuación) supone crear una narración. Y narrar es siempre mitificar, abstraer, simplificar, mentir, priorizando una estructura simple que hemos creado sobre la infinitamente compleja realidad. Los que se explican a través de tres o cuatro valores se simplifican para entenderse, o se mutilan para simplificarse. La abstracción (la construcción de narraciones) es el privilegio y el deber del hombre.
Pero ¿donde está la obligación de inventar un único cuento?
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