Por primera vez y con un cierto asco he sacado un libro de la biblioteca pública. Otra funesta consecuencia de la crisis económica y el diferencial con la prima alemana esa que tenemos. El diario secreto de Adrian Mole. Estoy confuso, creía que tenía 11 años y medio, que era un crío, y no un adolescente de 13 y medio. Estaba equivocado pero no pasa nada, está bien.
A pesar del repelujo de un libro tan sobadillo lo he leido en tres días, de esas tiradas que te dan las tantas leyendo, al día siguiente estás sobado en el trabajo y entre café y café les echas la culpa a los niños, ya se sabe, los dientecitos, o la garganta que hace subir tanto la fiebre. Me he reído. Y también he sentido algo de nostalgia de aquella edad y de sus Pandoras. Ayer la peluquera decidió cortarme el pelo menos que de costumbre para que no se me vea el craneo (eufemismo: es que tienes el pelo algo fino)
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