jueves, febrero 09, 2006

Nunca me abandones (de Kazuo Ishiguro)

Desde hace tiempo quería recomendar este libro a quien quiera que me lea.

No lo resumiré, ni introduciré, ni nada. Para eso hay otros webs.

Sólo decir:

Me ha gustado mucho, mucho, mucho. Lo leí en tres días. Es Ciencia Ficción de la buena-buena, y además literatura. Quizás hubiera sido más provechoso leerla en inglés, pero me alegra que mi hija pueda leer este libro cuando sea una adolescente.

La parte inicial, la vida en Hailsham, me emocionó. No sé si le pasará a todo el mundo, o sólo a mis compañeros de estudios, o sólo a mí, pero los recuerdos que guarda Kathy H. de Hailsham despertaron a su vez mis recuerdos del colegio y de la niñez. Una sensación de tremenda añoranza. Objetivamente supongo que es algo general a la humanidad porque (para bien y para mal) mi colegio se parecía poco a Hailsham (aunque algunas características pueden sintonizarse entre los dos, como la larga estancia en ellos o la estabilidad de las aulas). Pero la añoranza y el sentimiento de pérdida (a donde va nuestra infancia, a donde van nuestros recuerdos) ahí están.

El tremendo destino final de los alumnos de Hailsham y su pasiva asunción del mismo me hizo revivir (con mucha más intensidad) una sensación que no había tenido desde hace mucho tiempo (provocada a su vez por otro libro de Ciencia Ficción). Es una especie de desesperanza de pesadilla y un sentir el propio cuerpo y la propia vida como un objeto prestado.

Igual que "La Fundación" de Buero Vallejo, "Nunca me abandones" tiene dos lecturas extras, una política y otra vital (o más bien existencial)

La primera parte del hecho de que, en los tres últimos años, el término "bioética" ha desaparecido del debate político en España y me temo que en el resto del mundo. Algún dominical convenció a las Marus de que en las células madre estaba la salvación del mundo (hecho altamente improbable, basado en las suposiciones autopromocionales de investigadores en busca de una beca), y que estas células sólo podían obtenerse del despedazamiento de embriones humanos (hecho rigurosamente falso). (Aquí iba a desahogarme con el gobierno, pero me restrinjo por no desviar el tema)

Ahora solo hablan de bioética los obispos. Está en la misma parte del diccionario que "hisopo" o "arciprestazgo".

Y en una lectura más general, claro, ¿no somos todos un poco Kathy H. esperando su cuarta donación? Vivimos una infancia feliz, un Hailsham. Pero detrás del bosque de la colina está la vida adulta, donde una a una vamos realizando nuestras donaciones, intentando olvidarnos de que existen, de que vienen, y viviendo como si nunca fuéramos a morir.

Esta sería la lectura existencial. Dicen que el tema de Ishiguro no es el sentido de la existencia general, sino las vidas perdidas. Tengo muchas ganas de leer "Los restos del día" para ver a quien se refería realmente (a todos los humanos o sólo a los que "pierden su vida" según los criterios del autor).

Eso sí, esa la leeré en inglés, lo siento por la niña.

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