Tenía este título atascado desde hace tiempo. Me había quedado en su principio negacionista, cuando ataca a toda pista o indicio que queramos tener del otro lado, si lo hay. Descabeza las Experiencias Cercanas a la Muerte (el cerebro se queda sin sangre, ve luz, siente calor, lo racionaliza). Yo he tenido una experiencia cercana al desmayo. No me apeteció seguir leyendo. Lo dejé.
Lo retomé para encontrarme que Küng es un estratega de los libros y, por muy rojo que sea, no va a decir que no hay vida eterna. Küng abre así el libro para cerrar la posibilidad de cualquier indicio de que hay O NO HAY vida eterna.
¿Que tenemos los cristianos? Pues no tenemos el Antiguo Testamento. Los patriarcas y los profetas murieron pensando que, de ir a algún sitio iban a un sheol tenebroso parecido al inframundo de Heliconia. Ni la palabra de Jesús, a la que Kung somete a una exégesis radical (esto es una moda apocalíptica de su tiempo, esto es influencia mazdeista...). Ni siquiera los relatos de la resurrección de los evangelios, a los que no da verosimilitud periodística. Kung se queda sólo con dos o tres líneas de Pablo en las que se refiere a la resurrección de Jesús apelando a testigos todavía vivos. De ahí cuelga todo.
Siguen elaboraciones sobre el tipo de vida que podemos esperar (interesante: no un "salir fuera" sino un "caer dentro" de nosotros mismos, hacia Dios que vive en nosotros), sobre el juicio (Kung vota que no hace falta, que nosotros mismos nos juzgamos, aunque también cree, creo, que Dios nos salvará a todos) y sobre su relación con el desarrollo de nuestra sociedad (donde creo que Kung, inadvertidamente, refuerza un pilar interno de la Derecha, pero esa es otra historia)
Es fabuloso encontrar un libro como éste en donde el autor recurre a un enorme poso cultural para ilustrar y/o confrontar sus ideas: desde poetas, autores teatrales, filósofos (Aquino, Kant, Hegel, Sartre...) y políticos. Políticos sobre todo marxistas, es una pena y una marca de sus tiempos, primeros 80, lástima que esa parte haya caducado tan completamente.
No sé si nuestros filósofos hedonistas-postmodernos de sofá y dominical podrían aparecer, y como se defenderían, en una obra de Kung. Sería interesante. También dudo que pudieran someter sus fundamentos a una crítica previa (esa exégesis de la que hablaba) tan dura como la que hace el propio Küng.
Esta exégesis, vuelvo a ella, me ha parecido muy muy muy interesante. Por ejemplo, la reconstrucción que hace Kung de la historia de la creencia judía en la vida eterna. Según su visión esa creencia nace en la época del destierro en Babilonia y las posteriores guerras macabeas, cuando los judíos entienden que tanto sufrimiento terreno tiene que tener una recompensa en algún sitio, que el Universo tiene que tener una compensación (nota: si en el Libro de los Macabeos ya se habla del cielo supongo yo que, posiblemente, el concepto tenía que haber sido aceptado por los judíós comunes siglos antes)
Las divagaciones de Kung colocan la cuestión de la Vida Eterna (y seguramente es acertado) en un punto clave del cristianismo, sobre todo del actual, porque sobre ella se cruzan la teodicea (la defensa de Dios), la identidad del hombre (rayos, como se ve que en esa época no se conocía comunmente la dualidad software-hardware, creo que a su luz Kung se replantearía la posibilidad de la división entre alma y cuerpo), el fin de la historia y la sociedad... Al final queda la duda de, porque teniendo un tema tan crucial y explotando tan buenos materiales no intentó escribir un libro más largo.
Sin más, pasé mis veinte minutos.
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