Por un lado las tías son tan irreprimiblemente tontas que cualquiera se siente listo sólo por comparación.
Por otro lado el programa es sexista, cutre y manipulador. Los presentadores y jurados son casi tan incómodos de ver como de oir. Las expectativas puestas sobre el intelecto del espectados son ínfimas. O sea, que la cadena progre y social y guay se hunde en las profundidades como todas las demás.
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