- Qué ganas tengo de que llegue Octubre - le digo a I.- Por fin las niñas con jornada completa en el colegio y ya todos en el ritmo normal. Claro, que estamos así toda la vida. Luego querremos que lleguen las Navidades, y entonces estaremos esperando que vuelvan las clases, y otra vez en el trabajo desearemos que llegue el verano, y luego que todos los niños estén en primaria, y que se hagan mayores, y que nos jubilemos, y que tengamos nietos. Y al final no nos explicaremos como todo esto pasó tan rápido.
- Te equivocas - me responde I.- A partir de Octubre será peor cada vez, más horas de trabajo y más cansancio acumulado, hasta llegar al frenesí de Navidad con los viajes, las fiestas y los regalos. Y luego todavía peor: la vuelta al cole, el acelerón de primavera y la llegada del verano con más estrés todavía: las funciones de fin de curso, las notas, las vacaciones, venga viajes, vómito y sudor, a más a más hasta que llega Septiembre...
- Pues vaya - digo.
- Pues vaya.
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