Primera hora de excursion. De la casa de la pesca ya no queda nada. Subo
por senderos borrados, entre helechos y moscas. Se me cruza una corza.
La sombra es densa, la hierba verde y los rayos de sol iluminan las
espigas como laseres de artillería.
Subo hasta cruzar la senda Schmidt como un fantasma. Paro y veo pasar a
los excursionistas.
Reviento atravesando el bosque sin sendero hasta llegar al collado. Aqui
cojo la vieja trilla y llego al Primer Pico. Trepo a la cima. Por un
lado, Castilla recta. Por el otro las cuatro afiladas torres se clavan
en el embrión de la cosmópolis. Me da el aire y esto es la vida.
En Collado Ventoso los excursionistas discuten si esta permitido o no
fumar en el monte. Fragor de viento y arboles, etimologicamente.
En la pradera de Navalazor me detengo un momento. Hierbas altas y
euforia. No me queda agua y debo seguir. Espero poder terminar la
jornada en la Venta Arias con una cerveza con limon.